1.

 

       Por fin puedo poner punto final al manual de este libro, después de una discontinua redacción  en los últimos años. Mientras escribía, me enriquecía otra vez de la historia de América Latina. No me atrevo a decir que he cumplido el objetivo esperado, pero sí, a decir que me he entregado totalmente al trabajo. Tenía que escribir sucesos históricos tanto consabidos como poco conocidos para el lector chino; tenía que escribir sobre las ideas, lo que me parece más importante que los hechos históricos; aún más, tenía que dar un sólido soporte técnico para apoyar las ideas, examinando con toda atención cada referencia y la traducción. Frente a aquellos que inventan cuentitos sentimentales con la ligereza de jugar, aquellos que buscan expresiones bellas para falsificar la pasión sin gastar su propia energía, aquellos que saben establecer una lógica literal recurriendo solamente a la inteligencia, sin el temor de una gran responsabilidad ante la historia, sentía pesadas mis manos que manejaban la computadora.